Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy es la Natividad de Jesucristo.
Y nosotros debemos sentirlo en nuestros corazones.
¿Para qué vino Dios al mundo?
Para bendecirlo, para iluminarlo con la verdad a fin de que la gente
comprendiera cómo heredar y cómo crear armonía para la vida eterna y feliz.
Y mientras Él nacía, los ángeles de Dios cantaban en el Cielo: "¡Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!".
Cada vez que rezamos con ustedes al Rey Celestial, antes de la Divina
Liturgia, los Jerarcas y los Sacerdotes hacemos esta misma oración: "¡Gloria
a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!".
Para esto, para proclamar este mensaje, nació Jesús. Vino a la Tierra para
traer paz a las personas de buena voluntad. Entre la gente de mala voluntad
no puede haber paz. Las personas de buena voluntad, en cambio, sólo
transmiten paz y hacen el bien. Si somos personas de buena voluntad,
entonces hacemos el bien y oramos juntos, sin importar que tengamos cúpulas
doradas encima o no; pero no permanecemos indiferentes a estar cubiertos por
la cúpula dorada de Dios: el Espíritu Santo que desciende sobre nosotros.
Así podemos reunirnos en cumplimiento de aquello para lo cual Jesucristo
nació: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de
buena voluntad!". Nosotros queremos esta paz en la consciencia de todos; que
la comprensión de la verdad alcance a todos. Y que todos, percibiendo esta
paz, esta comprensión y esta verdad, lleguen a ser fuertes y majestuosos
hermanos y hermanas en el Espíritu Santo, independientemente del origen, de
la nacionalidad y del color de piel. Para esto, para la hermandad de las
personas de buena voluntad, nació Jesucristo el Salvador; y entonces su
nacimiento no es en vano. Si Jesús nace de nuevo en nuestros corazones,
tendremos apoyo, en este mundo cruel, para mantener la calma, el gozo y el
amor; para preservar la bendición que todos necesitamos tanto para salvarnos
como para ayudar a otros a entender esta verdad.
Mis felicitaciones a ustedes en esta Gran Fiesta de la Natividad.
¡CRISTO HA NACIDO! ¡GLORIFIQUÉMOSLO!