El 1 de marzo, Domingo del Perdón, Su Santidad el Patriarca Moisés celebró
la Divina Liturgia, llamando los fieles a la penitencia y bendiciendo la
entrada a la Gran Cuaresma.
La Gran Cuaresma es un camino para la purificación del alma y del cuerpo, un
camino para la resistencia de las tentaciones, un camino para que el alma
humana crezca en el Espíritu de Dios. Fue este camino el que nuestro Señor
siguió, rechazando las tentaciones del diablo, preparándose para dar Su vida
por la salvación de la Humanidad, por nuestra salvación.
En la víspera de la Gran Cuaresma, el Domingo del Perdón, con corazón
sincero, pedimos perdón a nuestros parientes, amigos y enemigos. Les pedimos
perdón y también los perdonamos, tal como el Señor nos enseñó:
"Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su
Padre celestial.
Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a
ustedes las suyas"
(Mateo 6,14-15).
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