¡Gloria a Jesucristo, queridos hermanos y hermanas!
Hoy hemos escuchado a Santo Evangelio de Mateo (Mateo, IX:27-35), cuando Jesús andaba en su ciudad le seguía mucha gente y dos ciegos entre ella se acercaron a Jesús para que Él les curara. ¿Porqué hicieron esto? Por que creían que Él podía ayudarles. Y estos dos ciegos le siguieron a la casa "dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos". Ellos recibieron la curación, habían sido los ciegos y entonces sus ojos fueron abiertos. Habían tenido los problemas con los ojos, lograron a ser completamente sanos. "Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa", que nadie sepa de este milagro.
¿Por qué? Para que todo el pueblo no ande a Él, para que no le privara del tiempo absoluto de la oración a Dios, no le privara de la paz. No se puede curar a todos. Si la gente está curandose espiritualmente a sí misma, automáticamente recibirá la curación del Padre Celestial. Sin embargo, se puede a un, a dos con el fin de mostrar que Tú eres el Hijo de Dios y que tienes una gracia muy grande y una gran fuerza y por eso puedes dar la curación a las personas. Sin embargo, la curación principal es la curación espiritual.
Es evidente que estos dos hombres ciegos no escucharon a Jesús, no entendían lo que dijo: "Mirad que nadie lo sepa". Ellos pensaron que Él era muy modesto. Y Él tenía una misión completamente diferente. "No me glorificéis - pensaba Jesús- porque apenas los hebreos saben que curo a los ciegos, se enfurecian más contra mí y me molestarán predicar, me molestarán servir". Sólo tres años predicó en aquel tiempo - un tiempo muy corto. Una ira tan pronto se levantó contra Él, que los hebreos le mataron dentro de un tiempo corto.
Y vino otra vez a Él un endemoniado, que era un mudo para que le curaba también. Es decir, los ciegos habían hecho una publicidad, y un endemoniado también fue curado. Está claro, "la gente se maravillaba y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel", nunca vieron tal milagro de su nacimiento. Judios enfurecidos dicen: "El echa fuera los demonios por el príncipe de los demonios", pues Él cura por la fuerza del demonio. Pero, ¿Cómo puede el demonio hacer algo bueno? El demonio sólo causa daño. Pues sólo Dios hace lo bueno. Es muy simple. Pero los judios enturbian el agua y dicen que Jesús es tal cual, es malo.
Hemos escuchado también hoy día la Epístola de San Apóstol Pablo a Romanos, en la cual Apóstol Pablo nos llama a ser hijos de Dios, hacer obras buenas y estar perseguidos por ellas. Es mejor ser perseguidos por las obras buenas que por las malas. Porque si hacemos obras buenas, haciendo eso nos glorificamos en Dios, y nos santificamos y sufrimos como Dios sufrió.
Pero si hacemos acciones malas y estamos perseguidos por ellas, entonces somos los hijos del diablo. Por lo tanto, el Apóstol llama a hacer cosas buenas a través de la paciencia, crecer en la sabiduría y amor uno al otro "para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo".
Estos dos mensajes son muy buenos para nosotros, para la comunidad, porque tratamos de ir por el camino de Dios y luego vamos a obtener frutos inmediatos. ¿Qué frutos? Sin embargo, la Tierra es el trono del diablo, el ángel caído y sus siervos, que está en el poder, que está en todo. Él que de aparta del diablo, debe estar perseguido.
Pero con todo esto el ángel del Señor ayudan también, los Ángeles del Señor también protegen. Y cuando empiezan a seguir a Dios, ocurre una reación inmediata. Como se dice, si has hecho bien y nadie te injuria, esto significa que Dios no ha aceptado tu bondad, no lo ha visto. Porque diablo aún no prestó atención a esto. Y aunque usted cree que hizo bien, no era bueno. Bueno siempre desagrada al diablo, que siempre va en contra de tú, incluso a través de tu familia, si haces algo bueno a alguien, dicen: "¡Oiga, que bueno eres, zape!" en lugar de dar las gracias o simplemente guardar silencio. Es decir el mal siempre le dará su reacción si haces algo bueno. Es por eso que Jesús dijo: "Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (Juan, XV:20).
No penséis que el siervo es mayor que su señor, no penséis que se puede ser tan sabio y predicar la palabra de Dios y no estar perseguido. Si predicas la luz, entonces la oscuridad viene contra ti. Esto es una reacción normal. Y si no van en contra de ti, entonces no predicas la luz y la oscuridad no preocupe por ti. La oscuridad piensa: - "Vale, vale, cree que te salves. Pero en realidad no te salves".
Así que pedimos a Dios que seamos sabios, que seamos fuertes, seamos resistentes, como dice el Apóstol. Y cuando estamos perseguidos, glorificemos a Dios en nuestros corazones: ¡Gloria a Dios! Lo que habéis sido enseñanos: "¡Gloria a Tú, Dios! ¡Gloria a Tú, Dios! ¡Gloria a Tú, Dios! " Con eso, entonces nos vigorizamos en la fuerza de Dios, en la oración, en los ángeles de Dios ya que vienen muchos a la Tierra. Y vienen, y quieren ayudar. ¿A quién? A los que van en el nombre de Dios.
Vendrán tantos que no tenéis aún idea, que no será un lugar a la oscuridad en la Tierra. Pero para esto es necesario que están más personas que están listos a ir en nombre de la Verdad, en nombre de Dios - ir y predicar y llevar, y pacificar y servir a Dios. Está claro, deben ser las reacciones malas, porque Ucrania es un lugar particularmente difícil, tiene una herencia soviética especial del modo de pensar, los demonios poseen lugares especiales aquí, y no queren ir de aquí. Pero es la voluntad del Señor que tienenque recoger sus maletas y salir de aquí.
Así glorificamos a Dios por todo: que Dios con Su ejemplo de la vida nos mostraba como se debe servir, que los apóstoles también nos llamaban al servicio justo que nosotros entendemos que seguir a Dios - no es cuando todos te glorifican, llevan en las palmas de manos. Esto es lo contrario: estás perseguido, golpeados, pero en el nombre de verdad, en la cual creces en la sabiduría, en la fuerza espiritual, que es muy importante, y también en todas las fuerzas que necesitamos para vivir y seguir a Dios.
¡Gloria a Jesucristo!
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Apóstol (Romanos, 15:1-7):
15
1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.
3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.
4 Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús,
6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.
Evangelio (Mateo, 9:27-35):
9
27 Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: !!Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.
33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.
34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
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