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¡Gloria a Jesucristo, queridos hermanos y hermanas!
Hoy hemos escuchado el Santo Evangelio de Mateo (Mateo, XIV:22-34), donde Jesús hizo a Sus discípulos ir a la otra ribera del Mar de Galilea. Y Jesús subió al monte a orar aparte porque quería quedarse en la soledad para que orar, contemplar a Dios, ponerse en esfuerzas divinas para que con ella otra vez dirigirse a la gente, para que traerla la fuerza nueva de los Cielos. Los Apóstoles fueron a otra ribera, a Capernaúm a donde Jesús iba a venir. Pero cuando ellos navegaban, el viento era contario, habéis escuchado esto, y la barca casi se hundió. En aquella parte de marson vientos bastante fuertes aún hoy día. Este lago se llama el Mar de Galilea. Parece un laúd que tocaba rey David. Y cuando los apóstoles empezaron a hundirse, ellos entonces empezaron a orar a Dios y pedir que Dios les ayudara. En este momento vieron que alguien se acercaba a ellos andando sobre el mar. Ellos pensaban que era un fantasma. Se asustaron pero entonces oyeron la voz de Jesús: "¡Tened ánimo; soy yo, no temáis!" Luego Pedro se animó y dijo: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas". Y él dijo: "Ven". Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: "¡Señor, sálvame!" Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? " Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento". Y todos eran felices.
¿Si tenemos que andar sobre el mar? No necesitamos eso. Pero aquel tiempo el Señor pudo andar sobre el mar para que este parábola y este evento de Su vida quedó para nosotros como una lección. Vemos que Apóstol Pedro siempre se animaba muy sinceramente y el primero. Promitió al Señor que nunca le tracionaba pero le traicionó a Jesús antes cantó el gallo (Lucas, XXII:60-61). Pedro tenía carácter arrebatado. Y aquí otra vez, al viendo a Jesús dijo: "Manda que yo vaya a ti". Es decir, cada persona hace eso cuando se enciende con la fe en Dios y con el deseo de seguirle. Y esta persona anda, y anda bien al principio y miramos a ella y pensamos: que persona pía ha aparecido en nuestras filas y como sinceramente ayuda a Patriarca". Pero entonces ocurren las pruebas de vida y esta persona se asusta y va abajo. En seguida su ánimo se apaga, deja de salvarse y fin.
Cuando nos ponemos al camino de salvación, esto es como andar sobre el mar. Si prestamos atención a los problemas, vamos a hundirse. Tenemos que tratar de no prestar atención a estos problemas, sino recordar con quien estamos. Que estamos con Dios. Tenemos que recordar: si es necesario, andaremos sobre el mar, si es necesario, nos trasladaremos en aire si a eso es la voluntad del Señor, si estamos con Él. ¿Comprendéis? Si hemos nacido en esta vida, nos hemos puesto en el camino de las pruebas. Eso es, no tenemos el camino otro, tenemos que soportar estas pruebas, eso tiene que soportar cada alma que ha venido en la tierra. Tiene que estar lista a tales pruebas. Si se orienta al Señor: Dios, puedo todo contigo. Ayúdame ser más paciente, no temer a este mundo, no temer a las dificultades. Ayúdame Dios a soportar esta pérdida que tengo en mi vida, la pérdida del projimo. Dios, cura mis heridas. Ayúdame Dios, ayúdame. Te pides a Dios con amor. Váis a ver vosotros que Dios os tiende la mano. Mirad al Señor. Apóstol Perdo miraba a Jesús y andaba a Él. ¿Verdad?
Es decir, leéis el Evangelio, los proverbios, mirad al imágen de Dios. Mirad a Dios y no os hundiréis. Pero si miréis de lado - allí son las olas. ¿Necesitáis estas olas? Las olas de política, economía, otras olas que irán en contra de vosotros. O las olas de parientes que hará el diablo. Entonces os asustaréis, entraréis en dudad y empezaréis a hundirse. ¿Comprendéis? Pero si os hundís, entonces gritad a Dios como Pedro, tomad este ejemplo: Dios, sálavame, si no - voy a hundirse. Y entonces en el momento difícil de tu estado espiritual, Dios te tienda la mano, te saca y dice: ¿Por qué dudaste? Y entonces sigues a Él y entras en barca, donde te calmas.
Así apóstol Pedro entró en barca junto con Jesús. Y la barca es la salvación. No se hunden allí. Y la tempestad se calma ya que no hay tempestad en el Reino de Dios, porque es el Reino de perfección. Esto son la galaxias de perfección. La Tierra es el modo más primitivo para perfeccionar el alma humana. Aquí están lo bueno y lo malo. Aquí, en la tierra se aprenden un abecé y entonces se aprenden a las ciencias más y más altas, gracias a las cuales Dios ha creado este Universo. Y las energías como actuan. Y la armonía de todo esto. Por eso, miremos a Dios y seguimos a Él, no prestando atención a las dificultades que ocurren en nuestra vida. No imaginemos mucho, no soñemos mucho que queremos tener la casa o algo o algo, ya que no todo nos será dado. Menos soñamos - menos desilusionamos.
Tratemos siempre dirigir nuestra vida así: si Dios desea esto y si sea útil para mi alma. Ya que cuando uno anda así y mira siempre al Señor, está siempre en sosiego, tiene armonía adentro. pero cuando viola esto, no siente sosiego y armonía, está mal, hunde en el mar de la vida, la vanidad cotidiana, las pruebas cotidianas. Y por eso este ejemplo de la vida de Jesús, cuando andaba sobre el mar, nos muestra que no es necesario andar sobre el mar, sino es necesario sacar una lección de esto - todo es posible a él, quien cree y mira al Señor, al Creador del Universo. Entonces Dios está con nosotros, y nosotros estamos con Dios. Y no nos hundiremos en las olas agitadas del mar de la vida, a pesar de la fuerza de la tempestad en Ucrania.
Como hoy día en el mundo se desenfrena la tempestad de guerras y crimenes. Vemos que las guerras se encienden en algunos lugares. El mundo está lleno con lo malo, la tierra ya a duras penas soporta lo malo. Los hebreos hacen explotar depósitos petroleros y este petróleo ahora se ha corrido por el Mar Negro. Ya llega a Turquía, a Grecia, quien sabe, quizá llegue a Ucrania. Los animales raros se extinguen, los peces se extinguen. Vemos que de hecho Dios abre el cuatro sello y muere la tercera parte de todo lo vivo en la tierra.
Vemos que esto ocurre constantemente: el aire se envenena a través de plantas, coches. Asimismo el agua y la tierra. Ya buscamos algo ecológico puro para comer ya que sabemos: si comer productos con abonos químicos, podemos ser hospitalizados, en el caso mejor.
El mundo llega a su fin lógico. Ahora el mundo se desata mucho. Pero si estamos con Dios, estamos en el sosiego, en la gracia. Si entramos en estas olas, vamos a andar como un rompehielos que llega al punto a cual tiene que llegar. Así vamos andar nosotros - directamente y tranquilamente, no oscilando ni al derecho, ni a la izquierda, si aún tenemos dificultades graves: ¡Gracias a Tú, Dios que tengo tales dificultades! Si has roto el dedo: ¡Gracias a Tú, Dios que he roto un dedo, no dos! Una avispa te ha picado: ¡Gracias a Tú, Dios que me ha picado una avispa, no una serpiente! Una serpiente te ha picado: ¡Gracias a Tú, Dios que me ha picado una serpiente! Y este veneno se neutraliza y tú sigues a andar como Apóstol Pedro (Hechos, XXVIII: 3-6), y todo el mundo piensa: ¡Cual santo eres! Y el Señor dijo quien creía en Él, a él muerden serpientes y está sano. Si somos agradables a Dios, estamos hasta el tiempo mientra tenemos que estar. Cuando nuestro tiempo llega a fin, va a llegar al fin, aún si no queremos esto. Con esto, tenemos que tener cuidado con productos que comemos, agua que bebemos y como vivimos en general. Por eso llevemos una vida a la cual nos llamó Jesús. Miremos a Él, creamos en Él y andemos directamente a Él. Hacemos así.
Creemos en el futuro claro, creemos que el Señor construirá Su Iglesia i la desarrollará para ucrania y todo el mundo. Creemos en esto ya que tenemos revelaciones sobre esto. Tenemos las revelaciones claras. Tenemos que creer en ellas y avanzar para que Dios vea para quien Él edifica esta tierra, para quien Él calma estas tempestades, para quien construye la barca hermosa que va a sostenerse muy bien sobre las olas agitados del mar de la vida.
¡Gloria a Jesucristo!
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Apóstol (1 Corintios, 3:9-17):
3
9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios.
10 Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como
sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Pero cada uno
tenga cuidado cómo edifica encima.
11 Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está
puesto, el cual es Jesucristo.
12 Ahora bien, si sobre el fundamento alguno edifica con oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
13 la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará
a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad
de la obra de cada uno. /p>
14 Si permanece la obra de alguno que ha edificado sobre el
fundamento, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá
pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros?
17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a
él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois.
Evangile (Mateo, 14:22-34):
14
22 Enseguida hizo que los discípulos subieran a la barca y
fueran delante de El a la otra orilla, mientras El despedía a la multitud.
23 Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas
para orar; y al anochecer, estaba allí solo.
24 Pero la barca estaba ya a muchos estadios de tierra, y era
azotada por las olas, porque el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos
andando sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron,
y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo, se pusieron a gritar.
27 Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, soy
yo; no temáis.
28 Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que
vaya a ti sobre las aguas.
29 Y El dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó
sobre las aguas, y fue hacia Jesús.
30 Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a
hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31 Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le
dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
32 Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó.
33 Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo:
En verdad eres Hijo de Dios.
34 Terminada la travesía, bajaron a tierra en Genesaret.
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