¡Gloria a Jesucristo!
Hoy día hemos escuchado un sermón que dio Jesucristo: una parábola sobre el publicano, el fiscal en la lengua moderna, y el fariseo (Lucas, VIII:10-14). Los Fariseos era un tipo de religión. Parece a la división en la Iglesia Ortodoxa en Ucrania de hoy: patriarcado de Kyiv, patriarcado de Moscú, etc.Y en aquel tiemporivalizaban los saduceos y los fariseos. La diferencia entre ellos era en lo que los fariseos no creían en la vida eterna, como hoy día los sectarios de testigos de Yehová no creían en la vida eterna.
Y aquí los dos estaban orando en el templo a Dios. El fariseo oraba: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano". Y en la realidad su oración era bastante buena, ya que él realizaba que era no tal como los otros y por eso fue muy agradecido a Dios: "Te agradezco, Dios, porque no soy tal como los otros, que puedo ser mejor".
El segundo, orando, sólo se golpeaba el pecho diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Tenía tantos pecados que él no formó ninguna frase, pero preguntó: "Dios, sé propicio a mí, pecador ".
Saben ustedes, el alma del primero era más tranquila: él da gracias a Dios que tiene todo y no es tan mal como otros. El segundo se golpeaba el pecho, porque él era un pecador, a tal grado que aún no podiía formar su frases de la oración y se limitó a repetir: "Dios, sé propicio a mí, pecador"
Cuando hacemos algo mal y golpeándose el pecho, estamos cada vez mejor. Esta forma es también el arrepentimiento ante Dios.
Jesús dijo, cuando los dos hombres salieron del templo, que él quien rezó: "Dios, sé propicio a mí, pecador" - este publicano, fue justificado. Puede ser porque de verdad estuviera pidiendo sinceramente con su espíritu: "Dios, perdóname, a un pecador." Puede ser, porque se enalteciera, incluso no trató de justificarse a sí mismo. El espíritu de la oración del fariseo Dios aceptó más como el espíritu de narcicismo. Tal vez en este fariseo se desarrollaba el espíritu de narcicismo: "Te doy gracias, Dios, porque estoy tan hermoso, muchas gracias, que soy tal" y espíritu de altanería. Y eso Dios no aceptó, porque no eran las energías que le pertenecían a Dios. No era un espíritu de sinceridad, del arrepentimiento sincero al Señor. Y el publicano, de hecho, se arrepentía con sinceridad.
Y, al mismo tiempo, el Señor nos muestra: "Rezad así, pues, arrepentios, no importa como difícil sea esto, Dios escucha vuestras oraciones y os perdona." Además, ahora estamos antes de la Cuaresma, antes del gran arrepentimiento, que comenzará en breve.
Y como el Evangelio nos prepara a esto, vamos a orar y dirigirse a Dios. Tened cuidado,y apesar de cualquiera cosa haga usted ante Dios, oren ustedes a Él simplemente: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Ya que hemos hecho las cosas por las cuales tenemos que arrepentirse. También tenemos que alabarse a nosotros mismos lo menos posible ante Dios. Porque a veces una persona comienza a alabarse ante Dios, y luego ella empieza a alabarse ante la gente. El orgullo lleva a su superior y tal persona se aleja de la salvación, como un ángel caído cayó del cielo .
Dios nos da esta cosa sabia, simple de entender como se debe orar y arrepentirse.
¡Gloria a Jesucristo!
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Apóstol (2 Timoteo 3:10-15):
3
10 Pero tú has seguido mi enseñanza, conducta, propósito, fe,
paciencia, amor, perseverancia,
11 persecuciones, sufrimientos, como los que me acaecieron en
Antioquía, en Iconio y en Listra. ¡Qué persecuciones sufrí! Y de todas
ellas me libró el Señor.
12 Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en
Cristo Jesús, serán perseguidos.
13 Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor,
engañando y siendo engañados.
14 Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y
de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido;
15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la
fe en Cristo Jesús.
Evangile (Lucas, 18:10-14):
18
10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y
el otro recaudador de impuestos.
11 El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera:
"Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores,
injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos.
12 "Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo
que gano."
13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta
distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí, pecador."
14 Os digo que éste descendió a su casa justificado pero
aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se
humilla será ensalzado.
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